En el momento de la cosecha selecciono las más bonitas perlas (- de 5% del total) para fabricar mis propias joyas y proponérlelos a precios excepcionales.

Colgantes de Plata y Perlas de Tahití

Colgantes de Oro y Perlas de Tahití

Aretes y Perlas de Tahití

Anillos y Perlas de Tahití

Pulseras en Algodón o Cuero y Perlas de Tahití

Pulseras en Oro o Plata y Perlas de Tahití

Collares de Algodón o Cuero y Perlas de Tahití

Collares de Oro o Plata y Perlas de Tahití

Perlas de Tahití Solas

Lotes de Perlas de Tahití

Lotes de Keishis de Tahití

Perlas de Tahití Grabadas

Accesorios y Perlas de Tahití

En el corazón del océano Pacífico, en las aguas cristalinas y las encantadoras lagunas de Tuamotu, nacen maravillas de la naturaleza: las perlas de Tahití. Estas preciosas joyas, con colores cambiantes, reflejan la esplendor del entorno que las engendra. Las perlas de Tahití encarnan la gracia del mar y la belleza de Polinesia.

Ofrecer una joya adornada con perlas de Tahití va más allá de un gesto de generosidad. Es un acto de amor, un símbolo de delicadeza y refinamiento. Cada perla es única, moldeada por el tiempo y los elementos, convirtiéndose en una obra de arte natural. Encarna la rareza y exclusividad, un homenaje a la propia naturaleza.

El placer de regalar una joya con perlas de Tahití reside en la magia de lo inesperado. Es la promesa de un momento precioso, de una emoción compartida y de un recuerdo eterno. Es el vínculo que se fortalece, el amor que se expresa y la gracia que resplandece.

Cada perla es un tesoro por descubrir, una joya única que lleva consigo la esencia de Tahití. Simboliza la pureza, la belleza y la sofisticación. Regalar una joya con perlas de Tahití es obsequiar un pedazo de paraíso, un fragmento de sueño. Es crear una historia, un lazo y un recuerdo que perdurarán en el tiempo.

Estas perlas, valiosas e intemporales, son un testimonio de cariño, admiración y amor. Son la expresión de la elegancia, pasión y refinamiento. Regalar una joya con perlas de Tahití es obsequiar una parte de uno mismo, un gesto sincero y un regalo eterno. Es el placer de dar y compartir, un acto de amor que perdurará para siempre.